En el esquema están representadas los principales ácidos grasos que se metabolizan para formar prostaglandinas, así como sus fuentes alimenticias.
El metabolismo de los ácidos grasos.
Empecemos con un pequeño glosario para aclarar términos.
Los ácidos grasos son esencialmente grasas. Pueden ser esenciales, lo que significa que los tenemos que ingerir con la dieta, o no esenciales, que son los que fabrica nuestro cuerpo a partir de los esenciales. Los que nos interesan aquí pertenecen además a dos grupos: los ácidos grasos omega 3, y los ácidos grasos omega 6. Los ácidos grasos de cualquier tipo, una vez dentro del cuerpo, se someten a una serie de cambios para convertirlos en otras sustancias que nuestro organismo necesita (es decir, se metabolizan).
Las enzimas. Para realizar estos cambios el cuerpo usa una serie de enzimas. Una enzima se puede entender como el mediador de una reacción bioquímica/metabólica que ocurre en el organismo.
Las prostaglandinas. el resultado del metabolismo de los ácidos grasos son, entre otro, las prostaglandinas. Las prostaglandinas son un grupo de sustancias que ejercen funciones muy diversas dentro del organismo. Se pueden clasificar en tres grupos:
Las prostaglandinas de serie 2: son los responsables del dolor, de las contracciones de la musculatura que rodea los órganos (también de la musculatura uterina, por tanto juegan un papel muy importante en los calambres menstruales), y de la inflamación.
Las prostaglandinas de serie 1 y 3, en cambio, tienen efectos contrarios a las de serie 2: son antiinflamatorios y causan la relajación de la musculatura que rodea los órganos, y así evitan el dolor.
Los ácidos grasos omega-3 y omega-6 toman diferentes caminos dentro del organismo: mientras que los omega-3 siempre darán lugar a prostaglandinas "buenas" de serie 3, los omega-6 pueden convertirse fácilmente en prostaglandinas "malas" de serie 2, es decir, en las que queremos evitar, pero también pueden dar lugar a las prostaglandinas "buenas" de serie 1, que sí que nos interesa obtener.
Así, ¿como podemos promover la formación de prostaglandinas "buenas" y evitar las "malas"?
Para ello, veremos cuáles son los ácidos grasos implicados. Empecemos con los ácidos grasos omega-6:
El ácido linoleico se encuentra en grandes cantidades en los aceites de maíz y de girasol. Como estos son ampliamente utilizados en la industria alimentaria como grasa vegetal, nuestra dieta habitualmente ya suele contener un exceso de ellos. El camino más "cómodo" para ellos es el de metabolizarse hacia ácido araquidónico y después hacia prostaglandinas de serie 2, es decir, las pro-inflamatorias. Estando presentes en exceso en la dieta, sólo una parte despreciable va a tomar el camino que nos interesa hacia las prostaglandinas de serie 1. Por tanto, deberíamos limitar su consumo siempre que sea posible, evitando por una parte utilizar aceites de girasol o de maíz para preparar las comidas, pero también las comidas preparadas que los contienen.
El ácido γ (gamma)-linolénico (GLA) no suele estar presente en grandes cantidades en nuestra dieta habitual, pero lo podemos encontrar en el aceite de onagra y el aceite de borraja, comercializados como suplementos alimentarios. Su efecto positivo se debe a que el GLA es precursor directo de las prostaglandinas "buenas" de serie 1. Pero el gran problema está en que puede tomar igualmente el camino hacia las prostaglandinas pro-inflamatorias de serie 2. Para evitarlo, la clave está en la relación entre ácidos grasos omega-6 y omega-3 en la dieta: si faltan ácidos grasos omega-3, concretamente ácido α-linolénico (ALA), el GLA se convertirá en las prostaglandinas "malas". Si en cambio nuestra dieta es rica en ácidos grasos omega-3 (ALA), el GLA se convierte en prostaglandinas "buenas". La relación entre ambos es la enzima Δ5-desaturasa. Como se puede apreciar en el esquema, ésta actúa en dos reacciones bioquímicas a la vez: por un lado en la conversión de GLA en ácido araquidónico (es decir, el camino que queremos evitar), como también en la conversión de ALA en otros ácidos grasos omega-3. Por tanto, a la hora de tomar aceite de onagra o de borraja, es muy importante asegurarse de seguir una dieta rica en ácidos grasos omega-3 para no conseguir justamente el efecto contrario al deseado.
El ácido araquidónico es, como hemos visto, el producto del ácido linoleico y también de parte del GLA, pero también se encuentra directamente en grandes cantidades en las grasas animales. Los alimentos más ricos en ácido araquidónico son la manteca de cerdo, los embutidos y el hígado, pero también las carnes rojas, la carne de cerdo, el atún rojo, la yema de huevo y los lácteos grasos como leche entera, queso y mantequilla contienen cantidades considerables. El ácido araquidónico es el precursor directo de las prostaglandinas "malas" de serie 2, y por tanto es conveniente evitarlo siempre que sea posible.
Vamos ahora con los ácidos grasos omega-3.
El ácido α-linolénico (ALA) se encuentra en algunos aceites vegetales, sobre todo en el de lino, pero también, en cantidades menores, en el de nuez, de colza y de cañamones. El ALA , como todos los ácidos grasos omega-3, sólo se puede metabolizar hacia prostaglandinas "buenas" de serie 3. Además, como hemos visto, es esencial para mantener ocupado a la Δ5-desaturasa con el fin de minimizar la conversión de los ácidos grasos omega-6 en ácido araquidónico. El aceite de lino puede ser un muy buen aliado para la preparación de ensaladas y otros platos fríos, y no debería faltar en nuestra dieta. Esto es especialmente importante si decidimos tomar suplementos de aceite de onagra.
El ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA) se encuentran sobre todo en el pescado marino graso, como salmón, anchoas, arenques, sardinas, bacalao, caballa y atún blanco, pero también pueden ser generados a partir del ALA. Son precursores directos de las prostaglandinas "buenas" de serie 3. Para obtenerlos en cantidades suficientes de la dieta deberíamos intentar comer pescado marino al menos una, mejor dos veces por semana. También puede ser útil tomar un suplemento que los contenga, como cápsulas de aceite de salmón.
El aceite de oliva
La composición en ácidos grasos del aceite de oliva difiere de una muestra a otra, dependiendo de la zona de producción; generalmente, el ácido oleico, ácido graso monoinsaturado, representa una concentración del 68% al 81,5%, mayor proporción que sus demás componentes (ácidos linoléico, palmítico y esteárico).
El ácido oléico (18:1 n-9) y el ácido palmitoléico (16:1 n-7) tienen un doble enlace en su esctructura. El ácido linoleico (18:2 n-6) dos dobles enlaces, y el ácido linolénico (18:3 n-3) tiene 3 dobles enlaces.
Tocoferoles en el aceite de oliva. Son formidables agentes antioxidantes naturales y confieren estabilidad a la grasa o aceite que los posee. Por tanto, los tocoferoles son unos constituyentes importantes en el aceite de oliva, ya que le da estabilidad, y tienen un papel biológico beneficioso como antioxidantes.
Se sabe que el consumo de aceite de oliva produce beneficios debido a su composición de ácidos grasos y a la presencia de antioxidantes naturales (vitamina E). Químicamente el α-tocoferol es la forma de la vitamina E que ejerce una acción antioxidante más importante, ya que reacciona con los radicales peróxido de los ácidos grasos, que son los productos primarios de la autooxidación de la grasa, y detiene así la alteración en las primeras etapas. El contenido en tocoferol depende mucho de la variedad de aceituna. Sus concentraciones varían desde 5 a 300 mg/kg. En los aceites de oliva de buena calidad, el contenido suele estar entre los 100 y 300 mg/kg. En los aceites comerciales de alta acidez es donde se han encontrado valores tan bajos como 5 mg/kg. Otros autores lo establecen en el rango de 12 a 400 mg/ kg. El contenido en estos compuestos disminuye con la maduración del fruto del olivo. La concentración de tocoferol es mayor cuando las aceitunas se recogen en el primer periodo de campaña y hacia el final de la recogida de las aceitunas se reduce el contenido. La biosíntesis de tocoferoles continúa después de la recogida.
Los aceites de oliva que han sido refinados, decolorados y desodorizados, su contenido en tocoferol queda marcadamente disminuido, ya que se producen muchas pérdidas en el transcurso de estos procesos, especialmente durante la desodorización.
El aceite de oliva es pobre en ácido linoleico, pero tampoco es especialmente rico en ALA. Por tanto, puede ser una buena alternativa al aceite de girasol o de maíz (que son ricos en ácido linoleico), pero adicionalmente conviene utilizar otros aceites vegetales como el de lino para obtener ALA.
El metabolismo de prostaglandinas y los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs). Aunque no tenga nada que ver con la alimentación, el esquema también puede servir para aclarar como funcionan los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), un grupo de medicamentos ampliamente utilizado para tratar el dolor y que incluye sustancias como el ibuprofeno, el naproxeno o el ácido acetilsalicílico (aspirina).
La conversión del ácido araquidónico en prostaglandinas "malas" de serie 2 está mediada por un grupo de enzimas denominadas ciclooxigenasas (COX). Los AINEs actúan inhibiendo las COX, y por tanto cesa la reacción bioquímica y se dejan de producir prostaglandinas, y esta ausencia de prostaglandinas de serie 2 es justamente lo que evita el dolor.
Pero existen hay varios tipos de ciclooxigenasas, y éstas están implicadas no solo en la producción de prostaglandinas "malas", sino también se encargan de mediar reacciones bioquímicas necesarias, entre otros, para mantener la integridad de la mucosa del estómago o para asegurar la irrigación sanguínea de los riñones. Y el problema está en que los AINEs no son muy selectivos, e inhiben también las COX encargadas de reacciones bioquímicas beneficiosas, y de ahí surgen sus efectos secundarios.
Fuentes de información
Jesús Lozano Sánchez, Antonio Segura Carretero y Alberto Fernández Gutiérrez
www.infoendometriosis.jimdo.com
Manual de Dietética, J. Espejo
Nutrición y alimentación humana, J. Mataix
El metabolismo de los ácidos grasos.
Empecemos con un pequeño glosario para aclarar términos.
Los ácidos grasos son esencialmente grasas. Pueden ser esenciales, lo que significa que los tenemos que ingerir con la dieta, o no esenciales, que son los que fabrica nuestro cuerpo a partir de los esenciales. Los que nos interesan aquí pertenecen además a dos grupos: los ácidos grasos omega 3, y los ácidos grasos omega 6. Los ácidos grasos de cualquier tipo, una vez dentro del cuerpo, se someten a una serie de cambios para convertirlos en otras sustancias que nuestro organismo necesita (es decir, se metabolizan).
Las enzimas. Para realizar estos cambios el cuerpo usa una serie de enzimas. Una enzima se puede entender como el mediador de una reacción bioquímica/metabólica que ocurre en el organismo.
Las prostaglandinas. el resultado del metabolismo de los ácidos grasos son, entre otro, las prostaglandinas. Las prostaglandinas son un grupo de sustancias que ejercen funciones muy diversas dentro del organismo. Se pueden clasificar en tres grupos:
Las prostaglandinas de serie 2: son los responsables del dolor, de las contracciones de la musculatura que rodea los órganos (también de la musculatura uterina, por tanto juegan un papel muy importante en los calambres menstruales), y de la inflamación.
Las prostaglandinas de serie 1 y 3, en cambio, tienen efectos contrarios a las de serie 2: son antiinflamatorios y causan la relajación de la musculatura que rodea los órganos, y así evitan el dolor.
Los ácidos grasos omega-3 y omega-6 toman diferentes caminos dentro del organismo: mientras que los omega-3 siempre darán lugar a prostaglandinas "buenas" de serie 3, los omega-6 pueden convertirse fácilmente en prostaglandinas "malas" de serie 2, es decir, en las que queremos evitar, pero también pueden dar lugar a las prostaglandinas "buenas" de serie 1, que sí que nos interesa obtener.
Así, ¿como podemos promover la formación de prostaglandinas "buenas" y evitar las "malas"?
Para ello, veremos cuáles son los ácidos grasos implicados. Empecemos con los ácidos grasos omega-6:
El ácido linoleico se encuentra en grandes cantidades en los aceites de maíz y de girasol. Como estos son ampliamente utilizados en la industria alimentaria como grasa vegetal, nuestra dieta habitualmente ya suele contener un exceso de ellos. El camino más "cómodo" para ellos es el de metabolizarse hacia ácido araquidónico y después hacia prostaglandinas de serie 2, es decir, las pro-inflamatorias. Estando presentes en exceso en la dieta, sólo una parte despreciable va a tomar el camino que nos interesa hacia las prostaglandinas de serie 1. Por tanto, deberíamos limitar su consumo siempre que sea posible, evitando por una parte utilizar aceites de girasol o de maíz para preparar las comidas, pero también las comidas preparadas que los contienen.
El ácido γ (gamma)-linolénico (GLA) no suele estar presente en grandes cantidades en nuestra dieta habitual, pero lo podemos encontrar en el aceite de onagra y el aceite de borraja, comercializados como suplementos alimentarios. Su efecto positivo se debe a que el GLA es precursor directo de las prostaglandinas "buenas" de serie 1. Pero el gran problema está en que puede tomar igualmente el camino hacia las prostaglandinas pro-inflamatorias de serie 2. Para evitarlo, la clave está en la relación entre ácidos grasos omega-6 y omega-3 en la dieta: si faltan ácidos grasos omega-3, concretamente ácido α-linolénico (ALA), el GLA se convertirá en las prostaglandinas "malas". Si en cambio nuestra dieta es rica en ácidos grasos omega-3 (ALA), el GLA se convierte en prostaglandinas "buenas". La relación entre ambos es la enzima Δ5-desaturasa. Como se puede apreciar en el esquema, ésta actúa en dos reacciones bioquímicas a la vez: por un lado en la conversión de GLA en ácido araquidónico (es decir, el camino que queremos evitar), como también en la conversión de ALA en otros ácidos grasos omega-3. Por tanto, a la hora de tomar aceite de onagra o de borraja, es muy importante asegurarse de seguir una dieta rica en ácidos grasos omega-3 para no conseguir justamente el efecto contrario al deseado.
El ácido araquidónico es, como hemos visto, el producto del ácido linoleico y también de parte del GLA, pero también se encuentra directamente en grandes cantidades en las grasas animales. Los alimentos más ricos en ácido araquidónico son la manteca de cerdo, los embutidos y el hígado, pero también las carnes rojas, la carne de cerdo, el atún rojo, la yema de huevo y los lácteos grasos como leche entera, queso y mantequilla contienen cantidades considerables. El ácido araquidónico es el precursor directo de las prostaglandinas "malas" de serie 2, y por tanto es conveniente evitarlo siempre que sea posible.
Vamos ahora con los ácidos grasos omega-3.
El ácido α-linolénico (ALA) se encuentra en algunos aceites vegetales, sobre todo en el de lino, pero también, en cantidades menores, en el de nuez, de colza y de cañamones. El ALA , como todos los ácidos grasos omega-3, sólo se puede metabolizar hacia prostaglandinas "buenas" de serie 3. Además, como hemos visto, es esencial para mantener ocupado a la Δ5-desaturasa con el fin de minimizar la conversión de los ácidos grasos omega-6 en ácido araquidónico. El aceite de lino puede ser un muy buen aliado para la preparación de ensaladas y otros platos fríos, y no debería faltar en nuestra dieta. Esto es especialmente importante si decidimos tomar suplementos de aceite de onagra.
El ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA) se encuentran sobre todo en el pescado marino graso, como salmón, anchoas, arenques, sardinas, bacalao, caballa y atún blanco, pero también pueden ser generados a partir del ALA. Son precursores directos de las prostaglandinas "buenas" de serie 3. Para obtenerlos en cantidades suficientes de la dieta deberíamos intentar comer pescado marino al menos una, mejor dos veces por semana. También puede ser útil tomar un suplemento que los contenga, como cápsulas de aceite de salmón.
El aceite de oliva
La composición en ácidos grasos del aceite de oliva difiere de una muestra a otra, dependiendo de la zona de producción; generalmente, el ácido oleico, ácido graso monoinsaturado, representa una concentración del 68% al 81,5%, mayor proporción que sus demás componentes (ácidos linoléico, palmítico y esteárico).
El ácido oléico (18:1 n-9) y el ácido palmitoléico (16:1 n-7) tienen un doble enlace en su esctructura. El ácido linoleico (18:2 n-6) dos dobles enlaces, y el ácido linolénico (18:3 n-3) tiene 3 dobles enlaces.
Tocoferoles en el aceite de oliva. Son formidables agentes antioxidantes naturales y confieren estabilidad a la grasa o aceite que los posee. Por tanto, los tocoferoles son unos constituyentes importantes en el aceite de oliva, ya que le da estabilidad, y tienen un papel biológico beneficioso como antioxidantes.
Se sabe que el consumo de aceite de oliva produce beneficios debido a su composición de ácidos grasos y a la presencia de antioxidantes naturales (vitamina E). Químicamente el α-tocoferol es la forma de la vitamina E que ejerce una acción antioxidante más importante, ya que reacciona con los radicales peróxido de los ácidos grasos, que son los productos primarios de la autooxidación de la grasa, y detiene así la alteración en las primeras etapas. El contenido en tocoferol depende mucho de la variedad de aceituna. Sus concentraciones varían desde 5 a 300 mg/kg. En los aceites de oliva de buena calidad, el contenido suele estar entre los 100 y 300 mg/kg. En los aceites comerciales de alta acidez es donde se han encontrado valores tan bajos como 5 mg/kg. Otros autores lo establecen en el rango de 12 a 400 mg/ kg. El contenido en estos compuestos disminuye con la maduración del fruto del olivo. La concentración de tocoferol es mayor cuando las aceitunas se recogen en el primer periodo de campaña y hacia el final de la recogida de las aceitunas se reduce el contenido. La biosíntesis de tocoferoles continúa después de la recogida.
Los aceites de oliva que han sido refinados, decolorados y desodorizados, su contenido en tocoferol queda marcadamente disminuido, ya que se producen muchas pérdidas en el transcurso de estos procesos, especialmente durante la desodorización.
El aceite de oliva es pobre en ácido linoleico, pero tampoco es especialmente rico en ALA. Por tanto, puede ser una buena alternativa al aceite de girasol o de maíz (que son ricos en ácido linoleico), pero adicionalmente conviene utilizar otros aceites vegetales como el de lino para obtener ALA.
El metabolismo de prostaglandinas y los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs). Aunque no tenga nada que ver con la alimentación, el esquema también puede servir para aclarar como funcionan los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), un grupo de medicamentos ampliamente utilizado para tratar el dolor y que incluye sustancias como el ibuprofeno, el naproxeno o el ácido acetilsalicílico (aspirina).
La conversión del ácido araquidónico en prostaglandinas "malas" de serie 2 está mediada por un grupo de enzimas denominadas ciclooxigenasas (COX). Los AINEs actúan inhibiendo las COX, y por tanto cesa la reacción bioquímica y se dejan de producir prostaglandinas, y esta ausencia de prostaglandinas de serie 2 es justamente lo que evita el dolor.
Pero existen hay varios tipos de ciclooxigenasas, y éstas están implicadas no solo en la producción de prostaglandinas "malas", sino también se encargan de mediar reacciones bioquímicas necesarias, entre otros, para mantener la integridad de la mucosa del estómago o para asegurar la irrigación sanguínea de los riñones. Y el problema está en que los AINEs no son muy selectivos, e inhiben también las COX encargadas de reacciones bioquímicas beneficiosas, y de ahí surgen sus efectos secundarios.
Fuentes de información
Jesús Lozano Sánchez, Antonio Segura Carretero y Alberto Fernández Gutiérrez
www.infoendometriosis.jimdo.com
Manual de Dietética, J. Espejo
Nutrición y alimentación humana, J. Mataix