Acidez y alcalinidad.
El Ph significa literalmente el “potencial de hidrógeno”, es decir, el Ph sirve para indicar la concentración de iones de hidrógeno en un fluido. Los iones de hidrógeno simplemente son protones (partículas o moléculas cargadas positivamente). Y ya que los ácidos disueltos en un fluido son lo que producen iones de hidrógeno, sabemos que cuantos más iones de hidrógeno haya en una solución, la que sea, más ácida será esa solución. Por lo tanto, si miramos la concentración de iones de hidrógeno en un fluido (fluidos corporales saliva, orina, sangre, líquido extra e intra celular), el Ph nos indicará si un fluido o componente es ácido, alcalino o neutro. Esta es la razón por la cual medir el Ph de nuestros fluidos corporales y tejidos nos permite determinar si nuestro cuerpo está en un estado de equilibrio ácido-alcalino.
El Ph se mide con una escala que va desde el 0 hasta el 14. La medida 7 es el neutro; es decir, que no es ni ácido ni alcalino. Cualquier medida bajo 7 se considera ácido y por encima alcalina. También es importante recalcar que la variación de un valor representa 10 veces más, o 10 veces menos, es decir, un Ph 7, es diez veces más alcalino que un Ph6, por ejemplo. Así que, cualquier ligero cambio, representa un cambio enorme.
El premio Nobel Albert Sent.-Gyögyi, 1937 (por descubrir la vitamina C en 1927) dijo que el cuerpo “es alcalino por diseño, pero sus funciones son acidificantes”. Se refería a que todos los procesos metabólicos del cuerpo producen enormes cantidades de ácido, minuto a minuto, a pesar de que para poder funcionar apropiadamente, las células y los tejidos, necesitan un entorno alcalino, y el cuerpo hará todo lo que esté en su mano para mantener su diseño alcalino y mantener el equilibrio del Ph.
Veamos a grandes rasgos como funciona el mecanismo de acidez y alcalinidad en el organismo. Los 60 trillones de células que componen nuestro organismo, necesitan alimentarse, eliminar residuos y renovarse constantemente. En este sentido, la sangre cumple dos funciones vitales: llevar a todas las células los materiales nutritivos que necesitan y retirar de ellas los residuos tóxicos y ácidos que se producen como resultado de la transformación de dichos nutrientes (metabolismo). Merced al proceso de respiración celular, las células reciben parte del oxígeno que necesitan para sus procesos vitales.
A nivel celular se produce una especie de combustión interna, ya que se libera calor corporal. Los residuos que se originan en este proceso de combustión, son de naturaleza ácida y deben ser evacuados del organismo a través de las vías naturales de eliminación (riñones, intestino, piel y pulmones).
Para cumplir adecuadamente esta tarea la sangre debe mantener un ligero nivel de alcalinidad. En una persona sana el pH de la sangre (la linfa, el líquido cefaloraquídeo, etc.) se ubica entre 7,40 y 7,45. Cuando se incrementa el nivel de acidez, debido a ciertos mecanismos de autorregulación, la sangre logra conservar este vital equilibrio. Lo hace a través del aporte de bases (álcalis) que neutralizan los ácidos. Por ello, para obtener un sano metabolismo celular, es preciso que junto al oxígeno, la sangre tenga un constante flujo de sustancias de naturaleza alcalina, a fin de poder neutralizar los ácidos.
En primera instancia la sangre obtiene estas bases de los alimentos. En caso de ulterior necesidad -sea por exceso de ácidos o por carencias nutricionales de bases- puede recurrir a la reserva alcalina de huesos, dientes, tejidos. De este modo la sangre se convierte en un “ladrón” de la estructura orgánica, con el solo objetivo de restablecer el vital equilibrio ácido-básico. Así se pone en marcha el mecanismo de descalcificación y desmineralización.
De esto se desprende que debemos ser cuidadosos en el aporte de alcalinizantes que realizamos a nuestro cuerpo a través de los alimentos que ingerimos, tratando de evitar alimentos y situaciones acidificantes.
Clasificación de los alimentos.
Veamos qué se entiende por alimentos acidificantes y alcalinizantes. Nuestros nutrientes tienen distintos grados de acidez o alcalinidad. El agua pura, que es neutra, tiene un pH 7,07. Básicamente, todas las frutas y verduras resultan alcalinizantes.
Alimentos que acidifican.
• Proteínas, más las animales (carne, embutidos, pescado, huevos, quesos…) que las vegetales (legumbres, frutos secos –excepto la almendra-). La OMS recomienda un porcentaje de proteínas del 12-15% de las calorías totales. Si se consume en cantidades adecuadas y se compensa con suficientes alimentos alcalinizantes el resultado final se equilibra.
• El azúcar. El azúcar blanco se ha desprovisto de todos sus minerales y enzimas, y los residuos ácidos de su metabolismo son difíciles de neutralizar. El ácido fosfórico (E-338) de ciertos refrescos acentúa el efecto acidificante. Algo que podría en parte explicar la noticia publicada hace unos meses sobre la mayor tasa de fracturas óseas haciendo deporte en adolescentes que consumen muchas bebidas carbónicas, especialmente de cola.
• Cereales refinados. Los cereales son considerados neutros si se consumen integrales, ya que el ligero efecto acidificante se compensa con los minerales alcalinos que contienen la cáscara y el germen. El refinado elimina los minerales. Los residuos del metabolismo experimentan hasta su eliminación varias reacciones, catalizadas por vitaminas y minerales … escasos en una dieta de productos refinados de cultivo convencional.
Alimentos que alcalinizan.
• Verduras (excepto el tomate) especialmente las de hoja verde, que deben ser de cultivo biológico porque la abundancia de nitratos y potasio (en los abonos) reduce la absorción en la planta de otros minerales. Además, el suelo agrícola va teniendo un contenido progresivamente menor de oligoelementos, esenciales para la formación de hueso. En las verduras los nitratos se concentran en las hojas, pudiéndose transformar en nitritos y éstos en nitrosaminas, reacción que el envasado en plástico favorece.
• Algas, por su riqueza en calcio, magnesio y otros oligoelementos que facilitan su la absorción. Puede añadirse una hoja de alga wakame a las sopas y de kombu a las legumbres. El miso y el tamari, productos fermentados de soja.
• Leche, nata y requesón. La leche es el principal alimento neutralizador del exceso de acidez de la dieta occidental, rica en productos cárnicos, derivados de cereales refinado y bebidas dulces. Por ese motivo, no tiene sentido dejar de consumir leche si al mismo tiempo no se reorienta la totalidad de la dieta. No todo el calcio de la leche es asimilable debido a la proporción entre calcio y fósforo.
• Frutas. Contrariamente a lo que se piensa, las frutas ácidas –el limón, por ejemplo- no suelen ser acidificantes, ya que su digestión deja como residuos minerales alcalinos. Si causan acidez puede deberse a una dificultad digestiva para transformar esos ácidos. Hay que elegir lo que nos sienta bien: mejor la fruta local y de la estación.
• Almendras y leche de almendras.
También los minerales juegan un rol importante en el comportamiento acidificante o alcalinizante de los alimentos y nos permiten hacer una elección más consciente. Por lo general resultan acidificantes aquellos alimentos que poseen un alto contenido de azufre, fósforo y cloro.
Elementos alcalinos son calcio, magnesio, sodio, potasio. Sodio y potasio son abundantes en la dieta, tanto por el abuso de sal como por el abuso de fertilizantes, ricos en potasio. Calcio y magnesio son más problemáticos.
Se puede tomar una dieta rica en calcio pero acidificante en su conjunto, dando lugar a un balance negativo de calcio. Si además faltan ciertos oligoelementos (magnesio, boro, silicio, manganeso…) se entorpece la asimilación del calcio. Tomar demasiado de un mineral puede además dificultar la absorción de otros: mucho calcio puede obstaculizar aún más la absorción del generalmente insuficiente magnesio… disminuyendo la asimilación de calcio.
En una dieta equilibrada el efecto de los alimentos acidificantes queda neutralizado por las bases alcalinas de los alimentos alcalinizantes, para lo que es preciso un buen aporte de los segundos.
Un cuerpo sano siempre tiene una reserva de estos minerales alcalinizantes para un caso de emergencia. Pero si hay pocas reservas o no lo obtiene de los alimentos, lo va a buscar a cualquier otro sitio; la sangre (sodio y potasio), los huesos y cartílagos (calcio), o los músculos (magnesio) dónde son necesarios. Y esto obviamente puede conducir a deficiencias y a la variedad de síntomas que de ello deriva.
Cuando la acidez es tal que el cuerpo no puede eliminarla vía orina, heces, respiración o sudor, lo que hace es almacenarla en los tejidos. Entonces el sistema linfático (inmune) hace lo que puede para neutralizarlo y eliminar todo lo que puede. Y esto significa, volver a lanzarlo de nuevo a la sangre, generando un círculo vicioso, robando aún más minerales básicos del propio cuerpo y estresando al hígado y a los riñones. Aún más, si el sistema linfático se ve saturado, o sus conductos no funcionan correctamente (muchas veces por falta de ejercicio), los ácidos se acumulan en el tejido conectivo.
Qué consecuencias y síntomas tiene la acidificación.
Los desequilibrios del Ph de la sangre y de los tejidos producen irritación e inflamación y preparan el terreno para las enfermedades. El sistema circulatorio intentará eliminar los ácidos en forma de gas o de líquido, a través de los pulmones o los riñones. Si hay demasiados desechos, los depositará en varios órganos: corazón, páncreas, hígado y colon, o en el tejido graso, incluyendo pechos, caderas, muslos y abdomen y cerebro. Conocemos estos depósitos como: pólipos, fluidos, quistes, cristales ácidos, tumores, verrugas, protuberancias, masas, manchas, lunares, ampollas, etc.
A este proceso también se le puede llamar: envejecer. Finalmente, si continúa, (en el séptimo nivel de acidez) este proceso conduce a las enfermedades degenerativas, incluyendo cáncer.
¡Los Microorganismos son transformaciones biológicas de tu propio cuerpo y viven y prosperan en un medio ácido con poco oxigeno! Les encanta nadar en sus propios desechos que aún añaden más ácido al organismo. Existen más de mil toxinas producidas por bacterias, levaduras y hongos. En un medio interno ácido las células del cuerpo degeneran, o involucionan convirtiéndose en bacterias, levaduras, y hongos de todo tipo.
Por eso es importante que el cuerpo esté alcalino-básico, porque así las células no se transforman en bacterias, levaduras y hongos. Cuando hay un equilibro ácido-base, las células se transforman, dando a luz a microorganismos, sin que haya un desarrollo y crecimiento excesivo de sus formas negativas peligrosas, se genera el medio óptimo para el crecimiento exclusivamente de células corporales vibrantes y una disminución o eliminación de todos los niveles de microorganismos.
Y todo esto provocado por ácidos derivados de la dieta, metabólicos y del entorno. Ácidos de dieta, se refiere a lo que comes y bebes; ácidos metabólicos se producen a medida que el cuerpo procesa lo que se come y se bebe (para convertirlo en energía); ácidos ambientales vienen del entorno, productos sintéticos o el humo de una fábrica o los coches, también se incluyen el entramado eléctrico y las ondas de todo tipo.
Por otro lado, una sangre y tejidos sanos y alcalinos crean un cuerpo sano.
El Ph de la sangre y orina es el factor más importante a la hora de determinar el estado de los microorganismos en la sangre.
¿Cómo saber en qué estado estamos?
Hay una manera muy sencilla para poder comprobarlo. Evidentemente si nos encontramos mal, tenemos alguna dolencia o estamos sufriendo alguna enfermedad de cualquier tipo será evidente que estamos acidificados, pero muchas veces no tenemos ningún síntoma.
La manera más sencilla es testárselo uno mismo en casa con unas tiras de papel que son especiales para medir el nivel de Ph tanto de la Saliva como de la orina. Las tiras son fáciles de encontrar y son baratas.
El Ph de la saliva puede variar mucho más, sin embargo el de la orina es más estable, y por lo tanto es más fiable testar la orina, ya que nos indicará el nivel de Ph de nuestros tejidos. El Ph de la orina también puede variar en respuesta directa a lo que comemos y bebemos. Lo ideal es testar la primera orina de la mañana ya que ésta nos indicará cual es nuestro estilo de vida por lo menos de las últimas 24h. También es conveniente testar el Ph de la Saliva nada más levantarnos, antes de ingerir nada. Si vemos que sale ácido lo podemos corregir inmediatamente tomando un poquito de algunos alimentos extra alcalinizantes; almendras, brócoli, pepino, espárragos o aguacate.
El Ph debería estar idealmente en 7’2 o por encima, si está por debajo de 7, sabremos que estamos ácidos. También se puede ir comprobando nuestro estado después de cada comida para ver como estamos.
Los resultados no son definitivos.
El Ph también puede comprobarse con un análisis de sangre. El ideal será; 7’365.
Bibliografía fuente de información
Dr. Robert O Young y en el Dr. Sang Whang.
Isabel F. del Castillo
Dra. De La Puerta
La importancia del equilibrio ácido-básico (Christopher Vasey)
La alimentación, la 3ª medicina, Dr. Jean Seignalet
El Ph significa literalmente el “potencial de hidrógeno”, es decir, el Ph sirve para indicar la concentración de iones de hidrógeno en un fluido. Los iones de hidrógeno simplemente son protones (partículas o moléculas cargadas positivamente). Y ya que los ácidos disueltos en un fluido son lo que producen iones de hidrógeno, sabemos que cuantos más iones de hidrógeno haya en una solución, la que sea, más ácida será esa solución. Por lo tanto, si miramos la concentración de iones de hidrógeno en un fluido (fluidos corporales saliva, orina, sangre, líquido extra e intra celular), el Ph nos indicará si un fluido o componente es ácido, alcalino o neutro. Esta es la razón por la cual medir el Ph de nuestros fluidos corporales y tejidos nos permite determinar si nuestro cuerpo está en un estado de equilibrio ácido-alcalino.
El Ph se mide con una escala que va desde el 0 hasta el 14. La medida 7 es el neutro; es decir, que no es ni ácido ni alcalino. Cualquier medida bajo 7 se considera ácido y por encima alcalina. También es importante recalcar que la variación de un valor representa 10 veces más, o 10 veces menos, es decir, un Ph 7, es diez veces más alcalino que un Ph6, por ejemplo. Así que, cualquier ligero cambio, representa un cambio enorme.
El premio Nobel Albert Sent.-Gyögyi, 1937 (por descubrir la vitamina C en 1927) dijo que el cuerpo “es alcalino por diseño, pero sus funciones son acidificantes”. Se refería a que todos los procesos metabólicos del cuerpo producen enormes cantidades de ácido, minuto a minuto, a pesar de que para poder funcionar apropiadamente, las células y los tejidos, necesitan un entorno alcalino, y el cuerpo hará todo lo que esté en su mano para mantener su diseño alcalino y mantener el equilibrio del Ph.
Veamos a grandes rasgos como funciona el mecanismo de acidez y alcalinidad en el organismo. Los 60 trillones de células que componen nuestro organismo, necesitan alimentarse, eliminar residuos y renovarse constantemente. En este sentido, la sangre cumple dos funciones vitales: llevar a todas las células los materiales nutritivos que necesitan y retirar de ellas los residuos tóxicos y ácidos que se producen como resultado de la transformación de dichos nutrientes (metabolismo). Merced al proceso de respiración celular, las células reciben parte del oxígeno que necesitan para sus procesos vitales.
A nivel celular se produce una especie de combustión interna, ya que se libera calor corporal. Los residuos que se originan en este proceso de combustión, son de naturaleza ácida y deben ser evacuados del organismo a través de las vías naturales de eliminación (riñones, intestino, piel y pulmones).
Para cumplir adecuadamente esta tarea la sangre debe mantener un ligero nivel de alcalinidad. En una persona sana el pH de la sangre (la linfa, el líquido cefaloraquídeo, etc.) se ubica entre 7,40 y 7,45. Cuando se incrementa el nivel de acidez, debido a ciertos mecanismos de autorregulación, la sangre logra conservar este vital equilibrio. Lo hace a través del aporte de bases (álcalis) que neutralizan los ácidos. Por ello, para obtener un sano metabolismo celular, es preciso que junto al oxígeno, la sangre tenga un constante flujo de sustancias de naturaleza alcalina, a fin de poder neutralizar los ácidos.
En primera instancia la sangre obtiene estas bases de los alimentos. En caso de ulterior necesidad -sea por exceso de ácidos o por carencias nutricionales de bases- puede recurrir a la reserva alcalina de huesos, dientes, tejidos. De este modo la sangre se convierte en un “ladrón” de la estructura orgánica, con el solo objetivo de restablecer el vital equilibrio ácido-básico. Así se pone en marcha el mecanismo de descalcificación y desmineralización.
De esto se desprende que debemos ser cuidadosos en el aporte de alcalinizantes que realizamos a nuestro cuerpo a través de los alimentos que ingerimos, tratando de evitar alimentos y situaciones acidificantes.
Clasificación de los alimentos.
Veamos qué se entiende por alimentos acidificantes y alcalinizantes. Nuestros nutrientes tienen distintos grados de acidez o alcalinidad. El agua pura, que es neutra, tiene un pH 7,07. Básicamente, todas las frutas y verduras resultan alcalinizantes.
Alimentos que acidifican.
• Proteínas, más las animales (carne, embutidos, pescado, huevos, quesos…) que las vegetales (legumbres, frutos secos –excepto la almendra-). La OMS recomienda un porcentaje de proteínas del 12-15% de las calorías totales. Si se consume en cantidades adecuadas y se compensa con suficientes alimentos alcalinizantes el resultado final se equilibra.
• El azúcar. El azúcar blanco se ha desprovisto de todos sus minerales y enzimas, y los residuos ácidos de su metabolismo son difíciles de neutralizar. El ácido fosfórico (E-338) de ciertos refrescos acentúa el efecto acidificante. Algo que podría en parte explicar la noticia publicada hace unos meses sobre la mayor tasa de fracturas óseas haciendo deporte en adolescentes que consumen muchas bebidas carbónicas, especialmente de cola.
• Cereales refinados. Los cereales son considerados neutros si se consumen integrales, ya que el ligero efecto acidificante se compensa con los minerales alcalinos que contienen la cáscara y el germen. El refinado elimina los minerales. Los residuos del metabolismo experimentan hasta su eliminación varias reacciones, catalizadas por vitaminas y minerales … escasos en una dieta de productos refinados de cultivo convencional.
Alimentos que alcalinizan.
• Verduras (excepto el tomate) especialmente las de hoja verde, que deben ser de cultivo biológico porque la abundancia de nitratos y potasio (en los abonos) reduce la absorción en la planta de otros minerales. Además, el suelo agrícola va teniendo un contenido progresivamente menor de oligoelementos, esenciales para la formación de hueso. En las verduras los nitratos se concentran en las hojas, pudiéndose transformar en nitritos y éstos en nitrosaminas, reacción que el envasado en plástico favorece.
• Algas, por su riqueza en calcio, magnesio y otros oligoelementos que facilitan su la absorción. Puede añadirse una hoja de alga wakame a las sopas y de kombu a las legumbres. El miso y el tamari, productos fermentados de soja.
• Leche, nata y requesón. La leche es el principal alimento neutralizador del exceso de acidez de la dieta occidental, rica en productos cárnicos, derivados de cereales refinado y bebidas dulces. Por ese motivo, no tiene sentido dejar de consumir leche si al mismo tiempo no se reorienta la totalidad de la dieta. No todo el calcio de la leche es asimilable debido a la proporción entre calcio y fósforo.
• Frutas. Contrariamente a lo que se piensa, las frutas ácidas –el limón, por ejemplo- no suelen ser acidificantes, ya que su digestión deja como residuos minerales alcalinos. Si causan acidez puede deberse a una dificultad digestiva para transformar esos ácidos. Hay que elegir lo que nos sienta bien: mejor la fruta local y de la estación.
• Almendras y leche de almendras.
También los minerales juegan un rol importante en el comportamiento acidificante o alcalinizante de los alimentos y nos permiten hacer una elección más consciente. Por lo general resultan acidificantes aquellos alimentos que poseen un alto contenido de azufre, fósforo y cloro.
Elementos alcalinos son calcio, magnesio, sodio, potasio. Sodio y potasio son abundantes en la dieta, tanto por el abuso de sal como por el abuso de fertilizantes, ricos en potasio. Calcio y magnesio son más problemáticos.
Se puede tomar una dieta rica en calcio pero acidificante en su conjunto, dando lugar a un balance negativo de calcio. Si además faltan ciertos oligoelementos (magnesio, boro, silicio, manganeso…) se entorpece la asimilación del calcio. Tomar demasiado de un mineral puede además dificultar la absorción de otros: mucho calcio puede obstaculizar aún más la absorción del generalmente insuficiente magnesio… disminuyendo la asimilación de calcio.
En una dieta equilibrada el efecto de los alimentos acidificantes queda neutralizado por las bases alcalinas de los alimentos alcalinizantes, para lo que es preciso un buen aporte de los segundos.
Un cuerpo sano siempre tiene una reserva de estos minerales alcalinizantes para un caso de emergencia. Pero si hay pocas reservas o no lo obtiene de los alimentos, lo va a buscar a cualquier otro sitio; la sangre (sodio y potasio), los huesos y cartílagos (calcio), o los músculos (magnesio) dónde son necesarios. Y esto obviamente puede conducir a deficiencias y a la variedad de síntomas que de ello deriva.
Cuando la acidez es tal que el cuerpo no puede eliminarla vía orina, heces, respiración o sudor, lo que hace es almacenarla en los tejidos. Entonces el sistema linfático (inmune) hace lo que puede para neutralizarlo y eliminar todo lo que puede. Y esto significa, volver a lanzarlo de nuevo a la sangre, generando un círculo vicioso, robando aún más minerales básicos del propio cuerpo y estresando al hígado y a los riñones. Aún más, si el sistema linfático se ve saturado, o sus conductos no funcionan correctamente (muchas veces por falta de ejercicio), los ácidos se acumulan en el tejido conectivo.
Qué consecuencias y síntomas tiene la acidificación.
Los desequilibrios del Ph de la sangre y de los tejidos producen irritación e inflamación y preparan el terreno para las enfermedades. El sistema circulatorio intentará eliminar los ácidos en forma de gas o de líquido, a través de los pulmones o los riñones. Si hay demasiados desechos, los depositará en varios órganos: corazón, páncreas, hígado y colon, o en el tejido graso, incluyendo pechos, caderas, muslos y abdomen y cerebro. Conocemos estos depósitos como: pólipos, fluidos, quistes, cristales ácidos, tumores, verrugas, protuberancias, masas, manchas, lunares, ampollas, etc.
A este proceso también se le puede llamar: envejecer. Finalmente, si continúa, (en el séptimo nivel de acidez) este proceso conduce a las enfermedades degenerativas, incluyendo cáncer.
¡Los Microorganismos son transformaciones biológicas de tu propio cuerpo y viven y prosperan en un medio ácido con poco oxigeno! Les encanta nadar en sus propios desechos que aún añaden más ácido al organismo. Existen más de mil toxinas producidas por bacterias, levaduras y hongos. En un medio interno ácido las células del cuerpo degeneran, o involucionan convirtiéndose en bacterias, levaduras, y hongos de todo tipo.
Por eso es importante que el cuerpo esté alcalino-básico, porque así las células no se transforman en bacterias, levaduras y hongos. Cuando hay un equilibro ácido-base, las células se transforman, dando a luz a microorganismos, sin que haya un desarrollo y crecimiento excesivo de sus formas negativas peligrosas, se genera el medio óptimo para el crecimiento exclusivamente de células corporales vibrantes y una disminución o eliminación de todos los niveles de microorganismos.
Y todo esto provocado por ácidos derivados de la dieta, metabólicos y del entorno. Ácidos de dieta, se refiere a lo que comes y bebes; ácidos metabólicos se producen a medida que el cuerpo procesa lo que se come y se bebe (para convertirlo en energía); ácidos ambientales vienen del entorno, productos sintéticos o el humo de una fábrica o los coches, también se incluyen el entramado eléctrico y las ondas de todo tipo.
Por otro lado, una sangre y tejidos sanos y alcalinos crean un cuerpo sano.
El Ph de la sangre y orina es el factor más importante a la hora de determinar el estado de los microorganismos en la sangre.
¿Cómo saber en qué estado estamos?
Hay una manera muy sencilla para poder comprobarlo. Evidentemente si nos encontramos mal, tenemos alguna dolencia o estamos sufriendo alguna enfermedad de cualquier tipo será evidente que estamos acidificados, pero muchas veces no tenemos ningún síntoma.
La manera más sencilla es testárselo uno mismo en casa con unas tiras de papel que son especiales para medir el nivel de Ph tanto de la Saliva como de la orina. Las tiras son fáciles de encontrar y son baratas.
El Ph de la saliva puede variar mucho más, sin embargo el de la orina es más estable, y por lo tanto es más fiable testar la orina, ya que nos indicará el nivel de Ph de nuestros tejidos. El Ph de la orina también puede variar en respuesta directa a lo que comemos y bebemos. Lo ideal es testar la primera orina de la mañana ya que ésta nos indicará cual es nuestro estilo de vida por lo menos de las últimas 24h. También es conveniente testar el Ph de la Saliva nada más levantarnos, antes de ingerir nada. Si vemos que sale ácido lo podemos corregir inmediatamente tomando un poquito de algunos alimentos extra alcalinizantes; almendras, brócoli, pepino, espárragos o aguacate.
El Ph debería estar idealmente en 7’2 o por encima, si está por debajo de 7, sabremos que estamos ácidos. También se puede ir comprobando nuestro estado después de cada comida para ver como estamos.
Los resultados no son definitivos.
El Ph también puede comprobarse con un análisis de sangre. El ideal será; 7’365.
Bibliografía fuente de información
Dr. Robert O Young y en el Dr. Sang Whang.
Isabel F. del Castillo
Dra. De La Puerta
La importancia del equilibrio ácido-básico (Christopher Vasey)
La alimentación, la 3ª medicina, Dr. Jean Seignalet