Los alimentos que comemos han influido en como son nuestros genes.
Es casi una tautología decir que somos lo que comemos. Es cierto que según lo que comas tienes un cuerpo u otro, o cierta propensión a sufrir determinadas enfermedades. Pero el origen de esta frase tiene que ver no tanto con la fisiología, con el
cuerpo, como con la cultura. Somos lo que comemos en términos de identidad.
A lo largo de nuestra historia hemos tenido muchos cambios, uno de los cambios mas importantes y que ha tenido influencia en la salud ha sido el cambio alimentario. De hecho los nutrientes pueden modificar la expresión genética de las personas influyendo en la progresión de la salud a la enfermedad, ya que esta progresión puede ocurrir por cambios en la expresión genética. Nuestros genes condicionan nuestra salud, pero lo que determina la expresión de nuestros genes depende también del medio ambiente, así tenemos que el estado de salud se consigue mediante una interacción entre los genes, la nutrición y el comportamiento. Los científicos han detectado signos que apuntan a procesos evolutivos recientes en el código genético humano y parecen indicar que la dieta y los cambios de hábitat han tenido efectos duraderos en la estructura hereditaria. En uno de los primeros estudios pormenorizados del genoma humano, los investigadores han descubierto más de setecientas pequeñas alteraciones genéticas que, según se cree, se han producido en los cinco mil o diez mil últimos años.
Los genes codifican proteínas las cuales tienen la información de cómo va a funcionar el organismo. Los genes pueden “prenderse o apagarse” permitiendo o previniendo que se produzca una proteína determinada, es decir permitiendo o previniendo el desarrollo de la enfermedad. Los alimentos, el agua, la actividad física y las toxinas del medio ambiente, pueden afectar si los genes se van a prender o a apagar. Actualmente sabemos que las enfermedades crónicas no transmisibles del adulto como la obesidad, las enfermedades cardiovasculares y la diabetes tipo 2 pueden prevenirse cambiando la dieta y el estilo de vida.
Siglos atrás el hombre se alimentaba directamente de lo que la naturaleza le ofrecía, generalmente la alimentación se basaba en plantas, frutas, tubérculos, semillas y carne no procesada. Los hombres eran cazadores, tenían que ir a cazar y a buscar alimento, esto requería de actividad física, para comer debían ser suficientemente activos, en caso contrario el hombre no se alimentaba. También pasaban períodos de ayuno prolongados y el organismo es tan sabio que creo un “gen ahorrador”, es decir, el hombre primitivo tenía la capacidad de ahorrar energía en forma de glucógeno a nivel muscular, o bien en forma de grasa en el tejido adiposo, con la finalidad de poder sobrevivir ésos períodos de ayuno.
Pasamos así mucho tiempo, pero poco a poco de ser nómadas pasamos a ser sedentarios. La agricultura, la pesca y la ganadería pueden marcar la separación no siempre clara entre gente sedentaria y el nomadismo. La comida comenzó a estar más disponible. Sin embargo lo que tuvo más trascendencia en la disponibilidad del alimento fue la Revolución Industrial.
Gracias a la Revolución Industrial los alimentos comenzaron a ser disponibles en grandes cantidades y las muertes como consecuencia de las hambrunas disminuyeron. La maquinaria para la agricultura, así como la ganadería mejoraron notablemente. Las fábricas comenzaron a producir alimentos, entre otras cosas, y como la comida comenzó a estar disponible en grandes cantidades ya el hombre no se vio en la necesidad de ir a cazar su alimento.
En la actualidad, son las industrias las que se encargan de procesar y de producir en grandes cantidades los alimentos. En las últimas décadas la industria alimentaria ha incrementado notablemente. Sin embargo el tipo de alimento no es el mismo. Hoy en día los alimentos son procesados y menos naturales. Hoy en día en los supermercados conseguimos todo tipo de alimento, tanto comida real (como frutas y vegetales de todas partes del mundo y sin importar la época del año, de hecho con la manipulación genética podemos encontrar incluso frutas como una patilla azul), como comida totalmente procesada, que no es comida, como margarinas sin grasas trans añadidas, queso crema sin grasa, yogurts con colorantes, caramelos, galletas procesadas.
La consecuencia de esto es que nuestro patrón de alimentación ha cambiado de forma dramática. Como sociedad el hombre se está alimentando cada vez menos de comida natural, come muy pocas frutas y verduras y ha aumentado el consumo de productos procesados, que tienen muy pocos nutrientes. Esto estresa la información genética y favorece el desarrollo de enfermedades crónicas
En las últimos 20 años, y como consecuencia de la alta disponibilidad de la comida, se ha observado como las porciones de los alimentos ha incrementado, una hamburguesa hace 20 años tenía 300 calorías, hoy en día tiene el doble, 600 calorías, es decir estamos comiendo mucho más.
Por otro lado, y como mencioné anteriormente el hombre pasó de ser nómada, cazador, a ser sedentario. Cada día se realiza menos actividad física. Si antes subíamos las escaleras, hoy en día usamos ascensor o escaleras eléctricas, si antes nos trasladábamos a pie hoy en día usamos el coche. El trabajo de oficina hace que las personas estén sentadas durante horas frente a la computadora. Este sedentarismo junto con el cambio del patrón de alimentación ha traído como consecuencia las enfermedades crónicas, como son la obesidad, la diabetes, la enfermedades cardiovasculares, el cáncer, el insomnio, entre otras, que no sólo se ven en los adultos, sino que también se están observando en niños y adolescentes.
Recientemente, se ha evidenciado que lo que una mujer come antes y durante el embarazo puede influir en la carga genética del niño y éste tener una mayor probabilidad de padecer obesidad y/o diabetes tipo 2. Las madres que durante el embarazo tuvieron una dieta pobre en frutas, vegetales y granos, tienen una mayor probabilidad de tener hijos que presenten sobrepeso y obesidad durante la niñez y la adolescencia.
Así vemos que la nutrición puede ser responsable en un 50% o más del riesgo de desarrollar una enfermedad. A pesar de que muchas enfermedades y otras amenazas para la salud son independientes de la nutrición, la nutrición puede influir en el desarrollo y desenlace de la misma.
La medicina del futuro tiene como objetivo evitar las enfermedades, mantenernos saludables, la medicina del futuro es la medicina preventiva, donde la nutrición tiene un papel fundamental. Tener una dieta balanceada, rica en frutas, vegetales y granos integrales siempre va a ser beneficiosa para mantener un estado saludable. En un futuro las recomendaciones nutricionales serán individualizadas, de acuerdo a la información genética de cada individuo y a su susceptibilidad de padecer o no alguna enfermedad con el principal objetivo de prevenirla en lugar de detectarla.
En realidad, no cabe la menor duda, somos lo que comemos.
Bibliografía:
Dra.Ana Cristina Haiek
Jesús Contreras
Public Library of Science Biology
Eduardo J. Carletti
Es casi una tautología decir que somos lo que comemos. Es cierto que según lo que comas tienes un cuerpo u otro, o cierta propensión a sufrir determinadas enfermedades. Pero el origen de esta frase tiene que ver no tanto con la fisiología, con el
cuerpo, como con la cultura. Somos lo que comemos en términos de identidad.
A lo largo de nuestra historia hemos tenido muchos cambios, uno de los cambios mas importantes y que ha tenido influencia en la salud ha sido el cambio alimentario. De hecho los nutrientes pueden modificar la expresión genética de las personas influyendo en la progresión de la salud a la enfermedad, ya que esta progresión puede ocurrir por cambios en la expresión genética. Nuestros genes condicionan nuestra salud, pero lo que determina la expresión de nuestros genes depende también del medio ambiente, así tenemos que el estado de salud se consigue mediante una interacción entre los genes, la nutrición y el comportamiento. Los científicos han detectado signos que apuntan a procesos evolutivos recientes en el código genético humano y parecen indicar que la dieta y los cambios de hábitat han tenido efectos duraderos en la estructura hereditaria. En uno de los primeros estudios pormenorizados del genoma humano, los investigadores han descubierto más de setecientas pequeñas alteraciones genéticas que, según se cree, se han producido en los cinco mil o diez mil últimos años.
Los genes codifican proteínas las cuales tienen la información de cómo va a funcionar el organismo. Los genes pueden “prenderse o apagarse” permitiendo o previniendo que se produzca una proteína determinada, es decir permitiendo o previniendo el desarrollo de la enfermedad. Los alimentos, el agua, la actividad física y las toxinas del medio ambiente, pueden afectar si los genes se van a prender o a apagar. Actualmente sabemos que las enfermedades crónicas no transmisibles del adulto como la obesidad, las enfermedades cardiovasculares y la diabetes tipo 2 pueden prevenirse cambiando la dieta y el estilo de vida.
Siglos atrás el hombre se alimentaba directamente de lo que la naturaleza le ofrecía, generalmente la alimentación se basaba en plantas, frutas, tubérculos, semillas y carne no procesada. Los hombres eran cazadores, tenían que ir a cazar y a buscar alimento, esto requería de actividad física, para comer debían ser suficientemente activos, en caso contrario el hombre no se alimentaba. También pasaban períodos de ayuno prolongados y el organismo es tan sabio que creo un “gen ahorrador”, es decir, el hombre primitivo tenía la capacidad de ahorrar energía en forma de glucógeno a nivel muscular, o bien en forma de grasa en el tejido adiposo, con la finalidad de poder sobrevivir ésos períodos de ayuno.
Pasamos así mucho tiempo, pero poco a poco de ser nómadas pasamos a ser sedentarios. La agricultura, la pesca y la ganadería pueden marcar la separación no siempre clara entre gente sedentaria y el nomadismo. La comida comenzó a estar más disponible. Sin embargo lo que tuvo más trascendencia en la disponibilidad del alimento fue la Revolución Industrial.
Gracias a la Revolución Industrial los alimentos comenzaron a ser disponibles en grandes cantidades y las muertes como consecuencia de las hambrunas disminuyeron. La maquinaria para la agricultura, así como la ganadería mejoraron notablemente. Las fábricas comenzaron a producir alimentos, entre otras cosas, y como la comida comenzó a estar disponible en grandes cantidades ya el hombre no se vio en la necesidad de ir a cazar su alimento.
En la actualidad, son las industrias las que se encargan de procesar y de producir en grandes cantidades los alimentos. En las últimas décadas la industria alimentaria ha incrementado notablemente. Sin embargo el tipo de alimento no es el mismo. Hoy en día los alimentos son procesados y menos naturales. Hoy en día en los supermercados conseguimos todo tipo de alimento, tanto comida real (como frutas y vegetales de todas partes del mundo y sin importar la época del año, de hecho con la manipulación genética podemos encontrar incluso frutas como una patilla azul), como comida totalmente procesada, que no es comida, como margarinas sin grasas trans añadidas, queso crema sin grasa, yogurts con colorantes, caramelos, galletas procesadas.
La consecuencia de esto es que nuestro patrón de alimentación ha cambiado de forma dramática. Como sociedad el hombre se está alimentando cada vez menos de comida natural, come muy pocas frutas y verduras y ha aumentado el consumo de productos procesados, que tienen muy pocos nutrientes. Esto estresa la información genética y favorece el desarrollo de enfermedades crónicas
En las últimos 20 años, y como consecuencia de la alta disponibilidad de la comida, se ha observado como las porciones de los alimentos ha incrementado, una hamburguesa hace 20 años tenía 300 calorías, hoy en día tiene el doble, 600 calorías, es decir estamos comiendo mucho más.
Por otro lado, y como mencioné anteriormente el hombre pasó de ser nómada, cazador, a ser sedentario. Cada día se realiza menos actividad física. Si antes subíamos las escaleras, hoy en día usamos ascensor o escaleras eléctricas, si antes nos trasladábamos a pie hoy en día usamos el coche. El trabajo de oficina hace que las personas estén sentadas durante horas frente a la computadora. Este sedentarismo junto con el cambio del patrón de alimentación ha traído como consecuencia las enfermedades crónicas, como son la obesidad, la diabetes, la enfermedades cardiovasculares, el cáncer, el insomnio, entre otras, que no sólo se ven en los adultos, sino que también se están observando en niños y adolescentes.
Recientemente, se ha evidenciado que lo que una mujer come antes y durante el embarazo puede influir en la carga genética del niño y éste tener una mayor probabilidad de padecer obesidad y/o diabetes tipo 2. Las madres que durante el embarazo tuvieron una dieta pobre en frutas, vegetales y granos, tienen una mayor probabilidad de tener hijos que presenten sobrepeso y obesidad durante la niñez y la adolescencia.
Así vemos que la nutrición puede ser responsable en un 50% o más del riesgo de desarrollar una enfermedad. A pesar de que muchas enfermedades y otras amenazas para la salud son independientes de la nutrición, la nutrición puede influir en el desarrollo y desenlace de la misma.
La medicina del futuro tiene como objetivo evitar las enfermedades, mantenernos saludables, la medicina del futuro es la medicina preventiva, donde la nutrición tiene un papel fundamental. Tener una dieta balanceada, rica en frutas, vegetales y granos integrales siempre va a ser beneficiosa para mantener un estado saludable. En un futuro las recomendaciones nutricionales serán individualizadas, de acuerdo a la información genética de cada individuo y a su susceptibilidad de padecer o no alguna enfermedad con el principal objetivo de prevenirla en lugar de detectarla.
En realidad, no cabe la menor duda, somos lo que comemos.
Bibliografía:
Dra.Ana Cristina Haiek
Jesús Contreras
Public Library of Science Biology
Eduardo J. Carletti